No hay noticias. Tampoco
hay un estudio cuidadoso en relación con la diagramación, los titulares, las
secciones. No hay una clara separación entre las secciones de opinión y de
información. El lector adivina cuál es la editorial porque está al comienzo,
suele no llevar ningún título o, a lo sumo, la lacónica expresión “El Editor”.
La mayoría de las veces los artículos no llevan firma. Los títulos son apenas
enunciaciones que en muchos casos ni siquiera informan sobre el contenido del
artículo. Por ejemplo: “periódicos extranjeros”, “Chile”, “El río”, “Aviso
editorial”, “Proclama”, “Guerra”, “Sala de RR.”, “Administración de justicia”.
En cierta manera podríamos decir que la dimensión ideológica del periódico y el
periodista de esta época se manifiesta abierta y directamente, no existe la
depurada premeditación en la formulación de titulares, distribución del
material o decisiones textuales que hoy, en ocasiones, nos dicen más sobre la
ideología que subyace al suministro de la información que el discurso mismo.
Ubicados en esta perspectiva del discurso periodístico y su contexto, la
lentitud de los caminos, la demora en recibir las informaciones hacen que la
publicación periódica carezca de la inmediatez del diario de hoy, cada día más
veloz, corriendo tras la primicia. ¡Qué notables nos aparecen estos periódicos,
pobres en diseño, calidad de imprenta, pero ricos en contenido, capaces de
pervivir! Esto realza los valores del discurso en los planos ético y estético.
Está más cercano al discurso literario, destinado a perdurar, que a lo
meramente periodístico, condenado a fenecer.
En este Blog tenemos por fin hacer conocer a nuestros primeros periódicos cuyanos, 32 colecciones que pudimos recuperar con motivo de nuestra tesis doctoral: Periodismo Cuyano (1820-1852)... Periódicos desconocidos porque estaban dispersos o fuera del país: en Río de Janeiro, Santiago de Chile, Buenos Aires y La Plata, de Mendoza, San Juan y San Luis.
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